martes, 2 de agosto de 2011

Nunca seré capaz de escribir el mejor poema del mundo, tampoco conseguiré relatar la historia perfecta y para colmo tampoco podré redactar los versos de un amor que jamás se haya visto.
No soy ni Dios, ni el infierno, ni tampoco soy superior. Soy alguien común que por gracia o desgracia paró aquí, en medio de todo y de todos. Soy esa persona que suele quejarse de sus complejos y que no ve sus virtudes porque cree que ni siquiera tiene eso. Pero valoro mucho, valoro lo que hago día a día por la gente que quiero y eso es lo importante. Me gusta que la gente me quiera y que me hagan sentir a gusto. Me gustan las conversaciones que no llevan a ninguna parte, esas que no tienen un mensaje subliminal pero sí que me gusta tontear mientras hablo con alguien. Me siento más segura con unos tacones porque siento que así seré yo la que pise a los demás y no los demás a mí. No me siento guay, ni mucho menos, para eso quedan varios veranos. No busco la fama. Soy transparente, menos con la gente que no soporto. Soy sonriente, menos cuando algo me hace bajar la sonrisa. No soy perfecta, no soy la mejor, tampoco la peor, soy el punto final de una frase que nunca será leída.

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